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En nuestro podcast de noviembre de Black Market, realizamos un viaje apasionante, el que los ritmos y las músicas de raíz africana realizaron de vuelta al continente de donde habían salido. Los sonidos latinos – Colombia, Venezuela, Puerto Rico, etc, pero muy especialmente Cuba – tuvieron un fuerte impacto en África, sobre todo en la parte central y occidental del continente.
Los africanos se reconocieron en estos ritmos que tenían su raíz en África y que habían viajado a America en los genes y en el bagaje cultural de miles de esclavos secuestrados y vendidos a las plantaciones de los terratenientes blancos. Era justo que esos ritmos hicieran el camino de vuelta a casa.
La historia de esas influencias de ida y vuelta y de esos intercambios musicales se remonta al siglo XVIII y aún antes. Los comerciantes de esclavos, los esclavos y el personal militar colonial fueron las primeras personas en facilitar este intercambio entre las ciudades del Caribe y la costa de África Occidental mientras viajaban de un lado a otro a través del Atlántico.
En la década de 1920, aparecieron compañías discográficas que comercializaban y distribuían música cubana en África. En particular, de 1933 a 1958, los discos de gramófono de la serie G.V. (serie de His Masters Voice) se hicieron extremadamente populares en el continente. Esta fue una serie de música latinoamericana que se distribuyó por todo el continente. Al mismo tiempo, géneros de influencia cubana como el mambo fueron incorporados a las escenas de bailes de salón internacionales en los centros urbanos europeos y llevados por los colonizadores europeos a sus diferentes colonias. La radio también llevó la música a una audiencia más amplia.
Primeramente, nos centramos en un país del centro del continente africano pero con salida al océano Atlántico, el Congo. La rumba congoleña (o soukouss) es hija del son y del cha cha cha, que fueron infiltrándose en el país en las primeras décadas del siglo XX de la mano de marineros que recalaban en puertos como Matadi y Boma, que se encuentran cerca de la desembocadura del río Congo. Y Radio Congo Belge, también Radio Brazzaville, Radio Leo o Congolia, emitiendo desde Leopoldville (la antigua Kinshasa), fueron responsables de esparcir los sones de la Sonora Matancera, la Orquesta Aragón, Arsenio Rodriguez o el trío Matamoros (entre muchos otros) en ese país centroafricano.
Uno de los grandes pioneros de la rumba congoleña fue Antoine Kolosoy (1925), también conocido como Papa Wendo. Él se convirtió en la primera estrella de la rumba africana, recorriendo Europa y América del Norte en las décadas de 1940 y 1950 con su banda habitual, Victoria Bakolo Miziki.
La gestación y eclosión de la rumba congoleña se dio en paralelo al proceso de independencia del país, el asesinato de Patrice Lumumba en 1961 y la ascensión del dictador Mobutu Sese Seko, de los que hablamos en nuestro programa dedicado a los procesos de descolonización en África, y donde escuchábamos, como no, este popular cha cha cha que sigue siendo el tema que de forma automática relacionamos con la independencia del Congo.
Wendo había desarrollado una fuerte amistad con Lumumba, y el cruento asesinato de aquel héroe de la independencia hizo que Wendo se retirara de la música, pues no quería acabar siendo utilizado por los políticos (especialmente por el sanguinario dictador Mobutu). Si bien Papa Wendo abrió el camino, en la década de los cincuenta también surgen los otros dos precursores, junto a sus respectivas orquestas, de lo que es la rumba congoleña, que también pasa a ser denominada soukous (derivado de la palabra francesa «secousse» que significa sacudir). Se trata de Joseph Kabasele Tshamala, conocido como Le Grand Kallé (que acabamos de escuchar), y François Luambo Makiadi, también llamado Franco Luambo o simplemente Franco. La orquesta de Le Gran Kallé era la African Jazz y la de Franco era la OK Jazz, luego denominada TPOK Jazz (las iniciales eran acrónimo Orchestre Kinshasa y de Tout Puissant Orchestre Kinshasa, La Todopoderosa Orquesta Kinshasa). Dos artistas y dos orquestas que marcaron la edad de oro de la rumba congoleña. De hecho, de la African Jazz de Le Grand Kallé surgieron grandes artistas que seguirán tirando del hilo dorado de la rumba, como Tabu Ley Rochereau y Nico Kasanda (Doctor Nico).
Otras formaciones como Les Bantous de la Capitale o Rock-a-Mambo (entre muchas otras) editaron una gran cantidad de discos en sellos locales como Olympia, Ngoma, Opika, and Loningisa.
Bantous De La capitale formaron parte de la delegación congoleña invitada a Cuba en 1974-75, tras las estancias en el Congo de los grupos cubanos Conjunto Bolero en 1965 y la Orquesta Aragón en 1972. También, y debido al bloqueo que padecía Cuba, llegaron a África orquestas de salsa desde Nueva York como las de Johnny Pacheco, Ray Barreto o la Fania All Stars
Para mediados de los años cincuenta la guitarra acústica había sido sustituida por la guitarra eléctrica y ya desde fines aquella década los fraseos de las guitarras dejaron de ser copias de los guajeos del tres y del piano a la manera cubana y comenzaron a ser más particulares y originales, a la búsqueda de un sonido propio.
Senegal fue otro de los principales lugares de implantación del sonido latino en África, con formaciones fundacionales como la Star Band de Dakar, la formación del club Miami regentado por el legendario Ibrahim Kassé, por donde también pasó Youssou N’Dour entre otros. Labbah Sosse fue uno de sus vocalistas destacados, todo un sonero africano que formó, junto a Dexter Gordon – saxofonista de procedencia nigeriana que hizo carrera en Dakar – la Super Star de Dakar, en la que siguieron haciendo música de inspiración cubana.
Años más tarde Aboudou Lassissi convenció a Sosseh de viajar a Nueva York, donde contacto con el mundo de la salsa y donde grabó una serie de discos bajo el nombre de “African Salsa”, bajo la dirección del sonero Monguito.
Son muchos los temas versionados del cancionero latino que se hicieron populares en el continente africano, como el famosísimo El Manisero o Moliendo Café. A veces se versionaba cantando en un español copiado foneticamente, en algunas ocasiones sin incluso saber del todo lo que estaban cantando o adaptándolo a su manera.
- “QUE VIVA CHANGO” Celina (Gónzlez) y Reutilio (Dominguez) 1949
– “SANTA BARBARA” Super International Band canta Saada Ly 1969
Un grupo de músicos malienses habían desembarcado en Cuba durante la Guerra Fría, en 1964, invitados por el gobierno de Fidel Castro a seguir un curso de formación para profesores de música. El propio Che Guevara les hizo de intérprete. Se llamaron las Maravillas de Mali, enhomenaje a un grupo cubano, «Las Maravillas de Florida», y su gran éxito «Rendez-vous chez Fatimata» emocionó a toda Africa en el período de entusiasmo postcolonial.
Aquí tenéis información sobre el documental “Africa Mía” de Richard Minier, donde se recrea su alucinante historia.
Otros artistas africanos como Gnonnas Pedro en Benín o Manu Dibango en Camerún, recogieron la influencia cubana y latinoamericana para reinterpretarla desde una óptica africana, y ese sonido tan especial acabó volviendo a America y al Caribe gracias a formaciones como los congoleños Ry-co Jazz, que giraron durante años por las Antillas francesas dejando una profunda huella que tomó forma en el posterior zouk de Martinica y Guadeloupe. Esa formación fue creada por Henri Bowane, un pionero de la rumba congoleña que trabajó con Papa Wendo, y contó con grandes personalidades artísticas como Jean Serge Essous.
De esta manera, África y América han seguido influyéndose y reconociéndose una a la otra en un fascinante juego de espejos de resonancias históricas.