Brigitte Emaga presta su voz, una joya en esta sinfonía de emociones, mientras el Comandante Loperena desata su magia en la guitarra solista. Lalo López desafía las normas, deconstruyendo el mito del amor a primera vista con distorsiones y una producción sucia, pero poderosa. Cada nota es una declaración de rebeldía, una ruptura con lo convencional, y nos lleva a bailar con la desenfrenada pasión de perros en celo.
Este paso audaz marca la nueva travesía musical del artista barcelonés tras la disolución de la Fundación Tony Manero. Es una odisea basada en el riesgo, la experimentación, y la intrépida conexión con la música de baile más contemporánea. En cada compás, Lalo López nos guía por un camino donde la música se convierte en una expresión visceral de sus emociones más profundas.
La idea detrás del lyric video del tema se transforma en algo único y provocador cuando Lalo decide llevarlo a un nivel completamente diferente. En lugar de seguir la convencionalidad, nos sumergimos en la estética del «crime scene video«. Inspirado en el estilo anti-climático de Aki Kaurismaki, decide representar la trama visual del video como una escena del crimen, donde a narrativa se centra en el asesinato de Lalo López, presentando pistas visuales y detalles en cada fotograma.
El cadáver de una decadente estrella del rock, se convierte en el punto central del video, pero la historia no se presenta de manera lineal; más bien, se proporcionan fragmentos de evidencia de manera desordenada, desafiando a los espectadores a reconstruir la trama por sí mismos.
La genialidad del enfoque radica en la participación activa del público. Lalo invita a los fanáticos a crear sus propias historias del asesinato utilizando las pistas visuales proporcionadas en el lyric video. En sus redes sociales, alentará a los seguidores a compartir sus versiones más imaginativas y disparatadas del crimen, cada una más creativa y extravagante que la anterior.