Para el agitador de músicas londinenses Shabaka Hutchings, cualquiera de sus aventuras es una oportunidad para combatir los tópicos alrededor de cualquier estilo musical: todos pueden ir más allá de la ortodoxia, todos se frotan con todos y todos se significan y resignifican en función del sonido que esté a su lado.
Y en el centro de ese terremoto sónico de infinitas réplicas siempre emerge su figura de chamán del nuevo jazz, ganada a pulso por su condición de líder espiritual en Shabaka and the Ancestors, The Comet is Coming y, sobre todo, Sons of Kemet, el proyecto más popular de este saxofonista y clarinetista, la puerta de entrada a una escena vibrante que está desbordando los límites de lo que hasta ahora creíamos que era el jazz contemporáneo. Su discurso, de golpe, interpela a todo el mundo gracias a Hutchings.
Solo así se explica que el último disco de Sons of Kemet, Black to the Future, haya sido señalado desde todos los frentes como uno de los grandes álbumes de este año, no importa el género.
No es una obra-nicho, no orbita en su propio cosmos, no hay que saber nada antes de pulsar play: en cuanto empieza a sonar, con Hutchings y su banda acompañados por Moor Mother, Kojey Radical o Lianne La Havas, el sucesor de Your Queen Is A Reptile se abalanza sobre ti como un lenguaje musical universal.
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